NO DISCRIMINACIÓN E IGUALDAD:

La discriminación es una forma grave y precisa de desigualdad: la desigualdad de trato que limita o anula derechos y libertades fundamentales de personas y grupos sociales y revela una relación asimétrica de dominio basada en prejuicios y estigmas respecto a grupos sociales. Es una práctica histórica y cotidiana, culturalmente fundada y ampliamente extendida en nuestra sociedad, que ha estado oculta entre los factores estructurales de pobreza y desigualdad que caracterizan el paisaje social mexicano.

 

LAS PRÁCTICAS DISCRIMINATORIAS son propias de sociedades jerárquicas en las que las diferencias de grupo o de identidad (de género, etnia, edad, religión, posición social, capacidades físicas o intelectuales, preferencias sexuales, entre otras) son vistas como grados de calidad en la condición humana que pretenden justificar el tratamiento de desprecio hacia grupos sociales y su exclusión respecto al acceso y ejercicio de derechos y oportunidades. Y es que el problema no está en las diferencias y en la singularidad de las personas, sino en que éstas se traduzcan en desigualdad social y en relaciones asimétricas de poder, en prácticas que a todas luces debilitan el tejido social, impiden la cohesión e integración de grupos y sociedades, niegan el ejercicio pleno de derechos humanos y ponen en entredicho la promesa igualitaria del orden democrático.

 

EL FENÓMENO DE LA DISCRIMINACIÓN es complejo y más sutil de lo que tratan de explicar las narrativas convencionales. Como estructura cultural da lugar a esquemas clasificatorios, principios de visión y categorías de división que generan prácticas sociales distintivas que atentan contra la dignidad igual de las personas. Desde esta perspectiva, no podemos ignorar los estudios recientes que reiteran que América Latina es la región más desigual del mundo: una región democrática y la más inequitativa del planeta. En nuestro país se registra una experiencia histórica de exclusión, abuso y desprecio hacia grupos completos de personas que ha quedado documentada recientemente en la Encuesta Nacional sobre Discriminación. En ésta se revela una distribución distinta y desigual de derechos y oportunidades, un país que discrimina por razones múltiples y la persistencia de prácticas discriminatorias repartidas de forma heterogénea en la geografía nacional.

 

EL TEMA DE FONDO ES QUE EL DERECHO a la no discriminación es nuevo en nuestro horizonte democrático. Hace poco más de una década, en 2001, se incorporó en el artículo 1º constitucional la cláusula igualitarista que prohíbe toda forma de discriminación en México, entendiéndola esta como una limitación o cancelación de derechos y libertades que sufren las personas sobre la base de la pertenencia a un grupo que históricamente ha sufrido rechazo, intolerancia, exclusión, segregación y minusvaloración. Luego, en abril de 2003, se aprobó la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, publicada y promulgada el 11 de junio de ese mismo año. A partir de esta fecha es mandato obligatorio en México. Sin embargo, aun cuando ya disponemos de diversos instrumentos institucionales y disposiciones legales a nivel federal, en sintonía con ordenamientos internacionales, en los estados del país se presenta un panorama de claroscuros. En la actualidad solo doce entidades, entre las que no se encuentra Jalisco, tienen una cláusula no discriminatoria en su constitución; diecisiete tienen leyes para prevenir la discriminación y trece códigos penales estatales tipifican la discriminación como delito.

 

HASTA HACE POCO SE CONOCIÓ el peso específico de las distintas formas de discriminación que se generan, se desarrollan y reproducen en diversos territorios y grupos sociales, a la vez que se introducen en la agenda académica y en la deliberación pública nacional los dilemas de la igualdad y la vida democrática. El presente dossier de Folios se integra por una selección de trabajos analíticos y conceptuales útiles para comprender la relación entre la democracia y la discriminación. Desde distintas perspectivas disciplinares y categorías de análisis se aborda el problema y se visibiliza la realidad discriminatoria en México.

 

EL DEBATE SE ABRE Y ENMARCA con el texto de Jesús Rodríguez Zepeda, quien hace un interesante análisis conceptual sobre el papel que juegan la igualdad y la libertad en la articulación misma del concepto de democracia y sostiene que la no discriminación o igualdad de trato, por su carácter incluyente, es una condición de la democracia moderna. En esta misma línea argumental, Daniel Vázquez amplía la reflexión sobre el valor de la igualdad y la libertad en el orden democrático, el reconocimiento de las personas como sujetos de derechos y la necesidad de considerar los contextos de realización efectiva de

las igualdades. Ambos autores abordan un tema conceptualmente complejo y un problema sensible en nuestra sociedad.

 

UN ESTUDIO CON BASE EMPÍRICA, que contrasta con los abordajes teóricos previos, es el que presenta Alejandro Sahuí en torno al caso de la discriminación a los pueblos indígenas en México, que adquiere formas de exclusión, dominación, desigualdad y pobreza. Este autor advierte el fracaso de políticas públicas dirigidas a reducir las desigualdades, también las de trato, y los efectos perversos de los estereotipos culturales en la constitución de las prácticas e instituciones sociales. Por su parte, Estela Serret ofrece un texto también con base empírica que aborda la relación entre el concepto de trabajo y las mujeres para dar cuenta de cómo se ha construido el imaginario social en torno a “la idea del no trabajo femenino” a partir del principio estructural y cultural de la división sexual del trabajo y la consiguiente distribución de roles en función de la naturaleza sexuada de las personas, así como para responder a la pregunta sobre cómo se produce en la sociedad moderna la idea de que las mujeres no trabajan.

 

POR ÚLTIMO, SE ABORDA EL DERECHO al desarrollo como binomio intrínseco del derecho a la no

discriminación. Guadalupe Guardiola vincula el tema del desarrollo económico con el cumplimiento de los derechos humanos, resaltando el papel crucial del Estado. Guardiola plantea el gran desafío de desplegar en las sociedades contemporáneas el círculo virtuoso entre lo económico y lo social, en la dinámica del crecimiento económico y desarrollo social, de manera que se garantice el ejercicio de los derechos humanos en su integralidad e interdependencia.

 

DESDE UNA PLURALIDAD DE MIRADAS, esta edición de Folios hace posible establecer el nexo esencial entre el principio de no discriminación con la idea de una democracia igualitaria e incluyente, así como identificar lo que divide a la sociedad, los efectos de la discriminación en ésta y el peso específico de las desigualdades, incluida la desigualdad de trato. De esta manera Folios contribuye a introducir en el debate político y en la reflexión académica el paradigma antidiscriminatorio que resulta crucial para la creación y ampliación de ciudadanía en democracia.

 

EN SUMA, LOS PROBLEMAS SOCIALES y dilemas éticos que plantea la desigualdad bajo la forma de discriminación no se refieren solamente a un problema de trato entre las personas sino a un asunto estructural que atenta contra la democracia y los principios que la sostienen. La lucha contra la discriminación y la exclusión social es parte imprescindible del proceso de construcción democrática; así, pues, el gran reto de nuestras democracias es el de los derechos ciudadanos haciéndose cargo de las diferencias.

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